DION FORTUNE
Existen dos Senderos que conducen al Íntimo: la senda del Místico que es el camino de la devoción y de la meditación, ruta solitaria y subjetiva puramente; y la senda del Ocultista, que es el camino del intelecto, de la concentración y de la voluntad educada y disciplinada. En esta última senda se necesita la cooperación de los compañeros de labor y estudio, primeramente para poder intercambiar los conocimientos, y en segundo lugar porque la magia ritual desempeña un papel importante en todo el trabajo, por cuyo motivo, el auxilio o la presencia de otras personas es indispensable en las operaciones mayores.
El místico obtiene su conocimiento gracias a su comunión directa de su Yo superior con las Potencias Superiores. Para él es locura la sabiduría del Ocultista, puesto que su mente no opera de esa manera; pero, por otra parte, para las personas de naturaleza más intelectual y extrovertida el método místico les resulta imposible, hasta que una larga educación y disciplina les ha permitido trascender los planos de la forma. Por lo tanto, debemos reconocer estos dos tipos distintos entre los que buscan el Sendero de la Iniciación y recordar que hay un camino para cada uno.
El Ocultista sigue una huella bien determinada ya, después de haber sido hollada por innumerables pies desde los tiempos más inmemoriales. Tan pronto como ha adquirido cierto grado de desenvolvimiento, las Escuelas de Misterios de su raza abren sus puertas para él, y él encuentra a su vez su camino hacia ellas de acuerdo con un método que describiremos en detalle en un capítulo posterior. El origen de estas Escuelas de Misterios y la fuente de sus conocimientos ya han sido descritos en uno de los capítulos anteriores, y en estas páginas nos tomaremos la tarea de explicar algo de lo concerniente a su estructuración general y a su organización y disciplina. El lector debe recordar, sin embargo, que estas descripciones no deben ser tomadas como si se refirieran a alguna escuela particular, sino que son puras generalidades.
La Ciencia Esotérica empieza donde termina la Ciencia Exotérica. Esta última deriva sus conocimientos de la observación de los fenómenos, mientras que la primera opera mediante métodos intuitivos. Es absolutamente deseable que todo conocimiento sea de la naturaleza exacta que sólo la observación y el experimento puede producir; pero el procedimiento científico ortodoxo es muy lento y entretanto el hombre tiene que vivir su vida y luchar contra el medio circundante, y, por lo tanto, para poder entender y resolver por sí mismo sus problemas, tiene que utilizar todas las facultades de su mente, incluyendo la intuición o mentalidad subconsciente, así como la de aprehensión directa. Los detalles de estos dos métodos de operación mental requerirían una explicación larguísima, que no podemos hacer aquí y que constituye como un capítulo aparte de la psicología esotérica.
La Ciencia Exotérica debe ser considerada como una Cúpula labrada en forma noble y permanente en piedra, y la Ciencia Esotérica viene a ser como la estructura metálica que mantiene las paredes no terminadas en su lugar, hasta que se dé con la clave necesaria y pueda todo quedar en su sitio. Conforme aumenta la obra material y se va rellenando el edificio, la estructura primitiva se va retirando, puesto que ya no es necesaria y todo lo que cada nuevo descubrimiento agrega al dominio del conocimiento científico exacto, hace retroceder otro tanto a la Ciencia Esotérica en los dominios de lo Invisible, manteniendo siempre su objetivo, que es el de servir de armazón temporal, para que la mente humana pueda seguir operando e impulsando la vida progresivamente hacia sus fines ultérrimos. Es la «X», la cantidad desconocida de nuestra álgebra mundana, que permite la realización del cálculo. Pero no podemos considerar resuelto el problema hasta que la «X» misma haya quedado reducida a una cifra definida y deje de ser desconocida.
Así ocurre con la Ciencia Esotérica. Un día llegará finalmente en que la marea creciente de la conciencia humana, avanzando con la Evolución, cubrirá todas las arenas del desierto y no quedará ninguna Ciencia Esotérica, porque todo se habrá convertido en Exotérico. Pero ese día está muy lejano, tanto que ni siquiera es visible el más mínimo vislumbre de su aurora, ni siquiera desde el más elevado picacho de la esperanza, y tenemos que contentamos todavía con tener que utilizar en nuestros cálculos esa «X» la cantidad desconocida, mediante procesos mentales que no pueden ser aplicables en el laboratorio de la ciencia oficial.
Las grandes Órdenes Esotéricas están en posesión de Cosmogonías detalladas relativas a los Mundos Invisibles, que son los que exprimen o exudan de sí ese poco que es visible a los cinco sentidos físicos, y así como el telescopio y el microscopio abrieron al hombre el conocimiento de nuevos y gigantescos Universos de nueva vida, que eran completamente invisibles para los sentidos desprovistos de semejante auxilio, así también ciertos poderes poco conocidos de lamente humana, cuando son desarrollados adecuadamente, van revelando planos y más planos de existencia, de los que no tiene la más mínima sospecha la persona común. Las escuelas esotéricas nos enseñan el empleo de esos poderes, porque son para el ocultista lo que el microscopio es para el biólogo y con su empleo puede alcanzar el conocimiento de esos estados de existencia que eluden a la mente humana en su presente estado de desenvolvimiento.
Sin embargo, no se le confieren estos poderes al estudiante, lanzándole luego a lo Desconocido, para que experimente allí lo mejor que pueda, como le pasa al investigador de ciencia natural, sino que primeramente se le enseña el debido empleo de sus facultades recién despertadas, para que se familiarice directamente con una cosmogonía que ya conoce bien teóricamente. La diferencia entre estos dos métodos es parecida a la partida de Colón hacia América y la partida de uno de nuestros modernos buques de pasajeros. El capitán de este último tiene sus mapas y sus instrumentos de navegación y puede decirnos exactamente en cualquier momento dónde se encuentra su nave, sea de día o de noche, en toda la línea del Atlántico, sin tener que andar a tientas, mientras que Colón dependía puramente de la suerte para encontrar tierra, y sólo el hecho de que le era físicamente imposible pasar por América sin verla, fue lo que le impidió seguir adelante.
Cuando se recuerda que Colón lo que estaba buscando realmente era una ruta hacia la India, se comprenderá que al encontrar tierra creyó que lo había logrado. Y de la misma manera se puede comprender que la posición de la Ciencia Natural oficial no sea siempre tan satisfactoria como parece suponerse. Es verdad que ha descubierto muchas tierras: pero, ¿es esa tierra la India que se creía ser?
La posesión de mapas y brújulas es lo que distingue al iniciado de una verdadera Orden Oculta del psíquico natural que está andando a tientas, tratando de penetrar en lo Invisible como un chico sin experiencia. El mapa es una Cosmogonía y un Sistema de Correspondencias que permite al estudiante encontrar su camino ascendente y descendente a través de los distintos planos de lo Invisible. Con este mapa puede conocer las rutas. Sin él, tiene que andar de un lado para otro, lo mejor que pueda.
Un Sistema de Correspondencias consiste en un juego de símbolos que pueda percibir su mente concreta, así como el conocimiento de los eslabones de unión que los conectan entre sí. Este conocimiento es absolutamente esencial para todo desenvolvimiento oculto y es diferente para cada una de las grandes divisiones en que se separa la humanidad en la superficie de la tierra, porque las condiciones de cada localidad son diferentes, y los aspectos astrales y mundanos del sistema tienen que adaptarse a ellos, aunque sus aspectos superiores sean universales. Por ejemplo, muchas operaciones ocultas se realizan mejor en determinados tiempos, y el tiempo difiere según las longitudes. Por lo tanto, una operación que debería realizarse en Londres a una hora determinada, tendría que realizarse en Nueva York cinco horas más tarde, porque bien puede ocurrir que no dependa del tiempo Solar sino del tiempo Sideral, el cual es constante para todo el globo, y entonces la diferencia entre el tiempo Solar de una parte y de la otra tiene que ser tomada muy en cuenta. Y de la misma manera, en todos los procesos y operaciones que tengan algo que ver con las corrientes magnéticas y las mareas, es necesario calcular con toda exactitud el momento en que éstas se producirán en el lugar en cuestión y no puede operarse al azar. Todas estas consideraciones demostrarán que el Ocultismo práctico no es cosa que pueda aprenderse de los libros por una persona que no haya sido iniciada.
Cada Orden conoce los mejores métodos de elevar y desarrollar la conciencia más adecuados a la tierra y a la raza a la que pertenece, y sin semejante guía, todo estudiante de las Ciencias Secretas se encontrará en gravísima desventaja.
Con objeto de que los mapas nos sirvan para algo, sin embargo, es necesario que tengamos los instrumentos de navegación adecuados y que comprendamos perfectamente su empleo, pues de lo contrario uno podría saber muy bien dónde está América, pero ignorar dónde se encuentra uno mismo en relación con ese continente.
Los instrumentos del Ocultista son ciertas facultades muy poco conocidas de la mente, que han sido cuidadosamente desarrolladas y educadas mediante procesos muy precisos y definidos. No podemos decir casi nada en estas páginas de la obra de los Misterios Mayores, que llevan a cabo las diferentes órdenes; pero ya hemos hablado lo suficiente para dejar establecido que poseen una Cosmogonía secreta y que están en posesión de los métodos y sistemas para desarrollar y desenvolver esta conciencia superior.
Antes de poder recibir ese tratamiento y educación, es necesario que la conciencia inferior y todo el carácter del individuo sean completamente purificados y disciplinados, para que las fundaciones sean profundas y seguras y luego no resbalen, cedan o se deslicen, cuando se levante sobre ellas la imponente superestructura del Conocimiento Oculto, gracias al funcionamiento de lamente superior. Si esto no se hace así, el desastre es casi seguro. En realidad se puede afirmar que es seguro del todo. Muchas almas han recibido iniciaciones en vidas anteriores y están en condiciones de recapitular y recordar sus antiguos conocimientos cuando se ponen nuevamente en contacto con los Misterios; pero aun éstas deben borrar sus memorias pasadas y estar plenamente seguras de que las han obtenido en plena conciencia de vigilia, en su totalidad, antes de emprender la peligrosa tarea del desenvolvimiento oculto. Para el alma que llega al sendero por primera vez, esa educación y disciplina preliminar son absolutamente esenciales. Una gran proporción de los desastres que se producen en la práctica del Ocultismo se deben al hecho de haber descuidado esa preparación preliminar, de manera que las fundaciones no eran capaces de soportar la superestructura. Una Escuela Oculta viene a ser algo así como un gimnasio de la mente, y si un estudiante trata de realizar cierta proeza cuando no se encuentra en condiciones o está fatigado, puede ocurrir algún accidente grave y quedar lisiado para toda la vida, mientras que si está bien entrenado y en perfectas condiciones, podrá realizar la misma proeza con absoluta seguridad. Los ejercicios que desarrollan la conciencia superior tienen que estar tan graduados como los destinados a desarrollar el cuerpo, y la ignorancia o los defectos del sistema pueden producir tan malos resultados en la Logia como en el gimnasio. Es una máxima conocida de todos los atletas que nadie puede entrenarse a sí mismo, y esto ocurre también con los ocultistas, como muchos estudiantes animosos han tenido que aprender a su propia costa.
El Ocultismo es una gran aventura y tiene sus riesgos, aunque, en condiciones adecuadas esos riesgos sean de tal naturaleza que cualquier persona valiente pueda aceptarlos sin recelo. Es algo así como el alpinismo. Hay cierto peligro, y ese elemento puede asumir de pronto muy serias proporciones, tan grandes que nadie las hubiera podido prever. Pero si se tienen buenos guías, buenas cuerdas y una cabeza firme, no hay razón alguna que impida que una persona se habitúe a las alturas, comenzando por ascensiones fáciles hasta que finalmente pueda alcanzar las cumbres mayores. Sin embargo, si un hombre que sale de su oficina, y sin guías, mapas ni cuerdas, trata de escalar las cimas de una gran montaña, o bien no llegará más que hasta la primera aldea, o bien sufrirá una muerte prematura.
La preparación preliminar que pone al ser humano en condiciones para alcanzar las cumbres de la Ciencia Oculta, debe ser dada en esa sección de los Misterios que se llama «Fraternidades». La misión de las fraternidades es la de educar y preparar la personalidad de los aspirantes eliminando durante el proceso a todos los que no estén en condiciones de alcanzar las cumbres en la actual encarnación. Nadie tiene por qué avergonzarse de que después de haber entrado en una Fraternidad no pueda ir más lejos. Todos tenemos que emplear varias encarnaciones trabajando en los Misterios Menores antes de que estemos listos para entrar en los Misterios Mayores; y aun en el caso en que alguien haya logrado poner el pie en el primer peldaño de la escala y la senda esté abierta ante él, no es posible pensar en que pueda alcanzarse el tope de la escala en una sola encarnación. Los que parecen hacer un progreso fenomenalmente rápido, en realidad están recapitulando lo que ya hicieron en vidas anteriores, mientras que los que progresan lentamente están trabajando en los Misterios por primera vez. No hay por qué avergonzarse de este lento progreso, si uno hace lo que puede sinceramente. No es tiempo perdido, sino absolutamente esencial para la preparación. Es indispensable no tratar de marchar al paso que sólo es posible cuando se trata de una recapitulación, pues de lo contrario todo terminará en un desastre.
En toda Fraternidad la educación del carácter y las grandes lecciones de la Fraternidad y del servicio desinteresado y altruista tienen que aprenderse a fondo. También es necesario que la mente consciente se prepare para su amalgamiento con la supraconciencia, y con ese objeto tiene que equiparse con la teoría general de la Ciencia Oculta. En los Misterios Menores, el aspirante educa y ejercita su carácter en la misma forma en que un atleta entrena su cuerpo, para fortalecerse y soportar la ordalía de las alturas a cuyo ascenso le habilitarán los Misterios Mayores. También trata de equipar su mente de manera que pueda comprender plenamente las enseñanzas que se le transmitirán cuando entre en los Grandes Misterios.
Muchas de las enseñanzas recibidas en los Misterios Menores ya no son secretas, sino que pueden adquirirse en las publicaciones modernas. Sin embargo, es necesario que se comprendan perfectamente todos sus conceptos antes de que el estudiante esté en condiciones para presentarse como candidato a los Misterios Mayores, en los cuales le será revelado su significado real. Sin embargo, el valor de los Misterios Menores consiste principalmente en la edificación y educación del carácter y en el hecho de que cada miembro de la Fraternidad está siempre bajo la influencia de uno u otro de las Grandes Ordenes. Para que una Fraternidad cualquiera pueda realizar ese trabajo y proporcionar una preparación valiosa, tiene que depender de alguna de las grandes tradiciones iniciáticas, y amenos que un Iniciado de los Misterios Mayores ocupe el Oriente, sus ceremonias carecen de validez.
Finalmente llegamos a la consideración de las funciones de los grupos y sociedades de la Ciencia Sagrada. Esos grupos son innumerables actualmente y pueden representar o bien la puerta abierta, o ser una trampa o un engaño, o quizás cosas mucho peores. Los métodos para distinguir entre lo valioso y la hojarasca, los daremos en detalle en el último capítulo.
Un grupo o sociedad no es más que un círculo de estudios, salvo que su dirigente sea un iniciado en los Misterios, porque todo grupo debe ser algo así como una dependencia de una Fraternidad, en la misma forma en que una Fraternidad es la dependencia de una Orden. Algunos iniciados de los Misterios, que han alcanzado cierto grado, se les permite trabajar más o menos públicamente en el mundo, enseñando los elementos de la Ciencia Oculta a todos los que quieran conocerlos; pero no pueden darse así más que los elementos, por razones que ya hemos explicado. Esos conferencistas o escritores apenas son simples anunciadores que dicen a sus estudiantes: «Si seguís la línea de preparación que os hemos indicado, os calificaréis para el aprendizaje y la educación oculta».
Esto es también todo lo que pueden hacer las sociedades en sus conferencias públicas, y esto es una tarea absolutamente necesaria y tiene que ser hecha por alguien, y a los iniciados de los Misterios se les exige que durante cierto tiempo realicen este trabajo.
Si el dirigente de un grupo o el presidente de una sociedad son, en realidad, un iniciado en los Misterios, a su tiempo pasará a sus estudiantes a alguna escuela más interior, donde recibirán mayores conocimientos y una preparación más a fondo, poniéndolos en condiciones de hollar el Sendero con sus propios pies. Pero si no es un iniciado de veras, poco tendrá que ofrecer a sus estudiantes más allá de los recursos de su propio intelecto, y esa es una fuente que los más adelantados de entre ellos secarán bien pronto.
Los grupos y las sociedades deben ser consideradas como las avanzadas de los Misterios, y el fin de todo verdadero instructor es el de pasar a sus propios discípulos tan pronto como le sea posible a la Orden en la cual él mismo fuera educado. Y cuanto más rápidamente pueda llevarlos al estado de desenvolvimiento necesario para que sean admitidos en los Misterios, tanto mayor será su habilidad como instructor. El hombre que es un iniciado en alguna de las grandes Escuelas de Misterios, no teme jamás que sus discípulos lo sobrepasen, porque sabe perfectamente que mantendrá su buena situación con sus Superiores, si constantemente puede enviarles aspirantes de mérito. Por lo tanto, jamás retendrá a ningún aspirante prometedor, impidiéndole penetrar en los Misterios, porque no tiene por qué temer que aquél, al entrar en los Misterios, trate de atisbar la desnudez de la tierra. Al contrario, traerá un informe acerca de su feracidad y riqueza y confirmará las aserciones de su instructor y espoleará a sus compañeros de jornada para que se apresuren.
Nunca confiéis en un ocultista que se proclame a sí mismo el jefe de una tradición cualquiera, porque si lo fuera, en primer lugar jamás se lo diría al no iniciado, y en segundo lugar estaría viviendo en una gran reclusión, completamente inaccesible a todos los que no fueran sus subordinados inmediatos. Si una persona es un gran pintor, no necesita informarnos acerca de ese hecho: lo conoceremos por los cuadros que estén en el museo de la nación, y además comprobaremos que evita nuevas presentaciones, porque las nuevas amistades le robarían mucho de su tiempo. Cuanto más eminente es una persona, tanto más difícil es llegar a ella, no a Causa de su orgullo o de su exclusividad, sino porque son tantas las personas que quieren verla que hay que ejercer una selección muy rigurosa entre los que pueden ser admitidos.
Así ocurre también con los ocultistas: los grandes no pueden ser encontrados fácilmente, y los que son accesibles o bien pertenecen a los grados inferiores, o son los guías encargados de conducir a los investigadores a las Escuelas de Misterios donde aquéllos recibieron su educación y su conocimiento. El verdadero ocultista no forma los secretos en su propia cabeza, sino que los recibe como un depósito sacratísimo, de la mayor responsabilidad, y le han sido dados por personas que a su vez los recibieron de sus predecesores. De esta manera, la antorcha del Ocultista va pasando de una generación a otra. Esta es, pues, la organización de las escuelas ocultas: primero, los grupos que se forman entorno de los iniciados en los Misterios Menores: luego las Fraternidades que dependen de los Misterios Mayores; y, finalmente, los Misterios Mayores mismos y la Orden en sí, donde comienza el trabajo oculto verdadero. El aspirante tiene que subir por esta escala hasta la luz y su progreso no depende de nadie sino de él mismo, porque hasta la Orden misma en la tierra no es más que la Puerta que conduce a lo Invisible. Sólo el Gran Iniciador puede conferir su iniciación, y esa iniciación no se da en la carne o por la carne.
Los Grupos, Fraternidades y Órdenes trabajan con símbolos, y por medio de ellos el aspirante puede mirar como a través de un cristal empañado; pero es su misión ayudarle a desarrollar la supraconciencia, y cuando lo haya logrado entonces verá cara a cara y conocerá por sí mismo lo que haya que conocer.
Además, debemos hacer resaltar el hecho de que el Ocultismo no es más que el medio para lograr un fin, y ese fin es el Sendero de la Unión Divina. Hay algunos que pueden hacer esa jornada directamente, pero otros tienen que hacerla por etapas a través de los planos de la forma, entre los cuales el plano mental no es el menor, y para esos la mente tiene que ser educada, disciplinada, elevada y puesta en condiciones de funcionar bajo nuevas formas que se aproximen más y más a la realidad espiritual. Nunca debe olvidarse que las formas obscurecen la luz, y sólo podemos conocerlas por la sombra que arrojan sobre los planos inferiores. El aspirante debe utilizar los símbolos del ocultismo para ejercitar y desenvolver su conciencia y debe tratar de abandonarlos por completo tan pronto como la conciencia pura comience a despuntar en él.